MARZO DE 2015
"El hombre nacido de mujer, de vida breve, lleno de inquietudes; como flor se abre y se marchita, huye como la sombra sin parar.” (Job 14:1, 2, La Biblia de Nuestro Pueblo)
Desde el
principio de los tiempos, la humanidad ha soñado con lo maravilloso que sería
vivir eternamente joven. Pero la cruel y triste realidad es que todos morimos.
Las palabras arriba citadas fueron pronunciadas por Job hace más de tres mil
años y siguen siendo tan ciertas hoy como en aquel entonces.
El deseo de
vivir sin morir es intenso y es compartido por todos. La Biblia nos dice que
ese deseo fue plantado por Dios en nuestros corazones, junto con el deseo de
comprender la eternidad (Eclesiastés 3:11). ¿Sería razonable que un Dios que
nos ama pusiera en nosotros un deseo imposible de satisfacer? Si su respuesta
es no, está en lo correcto. La Palabra de Dios dice que la muerte es un enemigo
y promete que será “reducida a nada” (1 Corintios 15:26).
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